El juego es, en general, cualquier actividad lúdica en la cual el niño se divierte; el juego simbólico es un tipo de juego donde predominan los símbolos o la función simbólica. Es decir, los objetos que se usan tienen un significado extra, se transforman para simbolizar otros objetos que no están presentes en el momento del juego, por ejemplo, una pala de pádel puede hacer de sartén.

Pero no solo entran en juego los objetos, sino los niños y las conductas, la representación de sus actos puede estar transformada por el juego en sí mismo. Lo real pasa a ser pura fantasía. Un niño coge un plátano y hace una llamada telefónica con él a su madre, la vivencia es real, aunque imaginaria, incluso mantiene una conversación con ella.

Este juego tiene tal relevancia que el niño es capaz de volcar en él sus sentimientos o experiencias, y mostrar sus emociones sin pensar en que pueda ser reñido, por lo que es un factor importante para el docente, ya que puede observar conductas que se intuyan como “no normales”. Por ejemplo, un niño que está cuidando a un bebé y comienza a darle de comer despacio, pero de pronto le grita, le echa la comida por encima y termina pegándole.

Todo en nuestros alumnos es observable, solo hay que estar pendiente de cada uno de ellos.

También permite el acercamiento social, comienzan a jugar paralelamente y se inician las habilidades sociales, las actividades senso-motoras se subordinan a la representación e imitación, llevándoles a un enriquecimiento lingüístico y a un desarrollo cognitivo.

Evoca situaciones, personas y objetos que no están presentes en el momento del juego y esto hace que su pensamiento se haga más complejo, simulando situaciones que ya han ocurrido y planteando estrategias de resolución.

Los recursos materiales usados en el juego simbólico son claros mediadores mediante los cuales los pequeños pueden expresar sus sentimientos, crean sus propias representaciones mentales según sus vivencias, desarrollan diferentes roles y les ayuda a potenciar su imaginación y creatividad.

Estos deben ser simples y de la vida diaria, ya que cualquier tipo de objeto cotidiano es válido para representar este juego, al igual que los propios juguetes, ya que los utilizan para otro fin. Los docentes les ofrecerán materiales que logren estimular su desarrollo integral y obviamente, que sean seguros y atractivos para que nazca en ellos su curiosidad innata.

El juego simbólico es un juego muy presente en las escuelas infantiles ya que contribuye a la formación y la maduración del niño, al igual que el cesto de los tesoros y el juego heurístico en los años anteriores.

Este juego comienza alrededor de los dos años, coincidiendo con su andadura lingüística, como he comentado anteriormente tiene una gran cantidad de beneficios en el niño, entre ellos:

  • Potencia la creatividad, la curiosidad y la imaginación.
  • Fomenta el desarrollo cognitivo y emocional.
  • Adquiere nuevo vocabulario según va recreando nuevos escenarios.
  • Favorece las habilidades sociales, la empatía o la colaboración.
  • Ayuda a manifestar sus propios sentimientos y emociones, sus miedos, su tristeza, su alegría, etc.
  • Estimula la estructuración del pensamiento y la función simbólica.
  • Fomenta la autoestima y la autoconfianza.
  • Favorece el aprendizaje acerca del entorno en el cual vive.
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