La educación tradicional ha estado siempre marcada por una situación jerárquica donde los roles de profesores y alumnos estaban claros: “mientras que los profesores han desempeñado un papel activo en calidad de oradores, los alumnos han adoptado una pasiva como oyentes» (Sinclair, 1982).
Sin embargo, actualmente el enfoque educativo ha cambiado, dando lugar a una enseñanza más activa por parte del alumno, combinando los aspectos cognitivos, propios de la educación, con los aspectos socio-afectivos y emocionales.
“El rol tradicional del profesor, centrado en la transmisión de conocimientos, está cambiando. La obsolescencia del conocimiento y las nuevas tecnologías conllevan a que la persona adquiere conocimientos en el momento que los necesita. En este marco, la dimensión de apoyo emocional del profesorado en el proceso de aprendizaje pasa a ser esencial. En el siglo XXI probablemente se pase de rol tradicional del profesor instructor centrado en la materia a un educador que orienta el aprendizaje del estudiante, al cual presta apoyo emocional”.
Bisquerra (2003: 17)
DISTINTOS ESTILOS ACTITUDINALES DEL PROFESOR
Profesor centrado sólo en el currículo
Este tipo de profesores, cuando están en las aulas con sus alumnos, solo se centran en el currículo, lo que quiere decir que no les gusta improvisar, hacer diferentes actividades buscando mejores objetivos o contenidos que no estén marcados en el currículo de educación, por el que nos basamos los profesores y que tenemos como referencia para la actividad diaria en las aulas.
Dejan poco espacio a la espontaneidad, donde los alumnos solo y exclusivamente aprenden o adquieren las capacidades que están detalladas en él.
A estos profesores nos les gusta salirse de los marcos que nos dictan las leyes y esto puede provocar que los alumnos se aburran o pierdan el interés, ya que hay algunos que van más avanzados y necesitan seguir aumentando sus conocimientos, sus habilidades, etc. y no les es permitido, ya que como esas capacidades u objetivos no están marcados en el currículo mencionado anteriormente, el profesor no les da la posibilidad de seguir adelante o aprender cosas nuevas.
Profesor centrado en sí mismo
Este tipo de profesores pretende ser él el centro de atención de la clase en todo momento, dejando en un segundo plano a los alumnos, dándose mucha importancia a sí mismo, a su sabiduría y a su forma de dar las clases. Son profesores que tienden a no dejar mucho espacio para que sus alumnos interactúen, les gusta tener la última palabra y llevar sus clases muy planificadas y estructuradas para no dejar cabida a la improvisación, ya que no les gusta salirse de lo establecido.
Con respecto a sus alumnos, quieren que dediquen tiempo y esfuerzo a su asignatura. Su principal propósito es que adquieran los conceptos y conocimientos específicos de la materia.
Pero por otro lado, con este estilo actitudinal, puede que los alumnos pierdan interés en la materia, ya que el profesor no permite que colaboren entre ellos y pierden las ganas de aprender o de investigar, al saber que no podrán compartir sus ideas u opiniones ni debatir los temas que se traten en el aula con los demás compañeros o con el profesor.
Con respecto a los exámenes, se puede decir que, por lo general, son muy estructurados, detallados y amplios.
Profesor centrado sólo en la relación con el alumno
Con este estilo actitudinal se consigue involucrar al alumno en todo lo relacionado con el aula, una cohesión grupal y una participación activa por parte del alumnado.
El docente ejerce de profesor-amigo utilizando la empatía y la escucha activa:
“Las criaturas deben sentir en las maestras y en los maestros la persona que hay en ellos para poder establecer relaciones positivas, claras, auténticas. Personas que les acogen, les quieren, les escuchan y también que les contienen y les limitan. Personas que deben caracterizarse por su disponibilidad corporal, afectiva e intelectual. Personas que creen que a partir de las relaciones positivas próximas se puede influir en ámbitos más generales porque se tiene esperanza optimista en la vida y, en definitiva, se tiene el convencimiento de que la educación emocional de nuestros pequeños contribuye a la madurez emocional de jóvenes y adultos” .
Gómez Bruguera (2003: 36)
Este les brinda toda su confianza, generando un buen ambiente en el aula, aumentando su autoestima y ayudándoles a crecer y a confiar en sí mismos, consiguiendo, de esta manera, mejores resultados en los alumnos.
No obstante, puede ser también que el docente, al dejar de tener el rol que le permite disponer de un respeto y obediencia por parte de los alumnos, lo que conlleve sea a que, poco a poco, deje de tener su control, pudiendo encontrarse con malas respuestas de algunos alumnos e incluso rebeldía.
Puede encontrarse con que los alumnos ya no le respetan al haberse puesto en una situación de igual a igual, que estos no realicen las actividades propuestas y la motivación de los alumnos decaiga.
Profesor yema
El profesor YEMA tiene una disposición favorable hacia los alumnos que usa como requisito obligatorio para poder llevar a cabo un proyecto de enseñanza-aprendizaje y lograr de ellos una actitud favorable, poniendo en juego lo cognitivo, afectivo, conductual, teniendo en cuenta que lo habitual es que la actitud favorable tenga que estar inducida por el profesor.
Debe tener cuidado con los elementos para evitar centrarse en sí mismo, centrarse sólo en el currículum o centrarse sólo en la relación con el alumnado.
Este profesor trata de llevar sus conocimientos, teniendo confianza en sí mismo, relativizando los problemas y compartiéndolos, dotándose de habilidades de conducción de la clase que conlleven a un control ante los alumno, que aunque sea mínimo, tiene que ser suficiente para fijar unos límites y mantenerlos, debe evitar actitudes evasivas manteniendo la calma, y por supuesto revisar periódicamente los planteamientos metodológicos.
El profesor debe aprender a gestionar eficazmente con buenas prácticas docentes, las resistencias y disrupciones que genera el alumnado teniendo en cuenta que no solo la diversidad se centra en capacidades y conocimientos, sino en expectativas, intereses y actitudes, llegando al alumno a través de la autoestima y empatía, así que podríamos decir que su gran desventaja como profesional es que debe planificar más que los contenidos de su materia y mantener un equilibrio entre control y empatía.
“Un maestro es una brújula que activa los imanes de la curiosidad, el conocimiento y la sabiduría de los alumnos”.
Ever Garrisson