El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta alrededor de uno de cada 100 personas, siendo más común en niños que en niñas.

Un tercio, aproximadamente, de los niños con este trastorno presentan cierta discapacidad intelectual, influyendo en su adaptación funcional, lo que les lleva a tener problemas con el lenguaje, diagnosticándolos de trastorno específico del lenguaje (TEL).

Los otros dos tercios suelen presentar una dependencia bastante alta, aunque su capacidad intelectual se encuentre dentro de la normalidad.

Los niños con déficit semántico-pragmático (retraso en el desarrollo del lenguaje, así como dificultades a la hora de comprender y expresarse) son casos de TEA de alto funcionamiento (TEA-AF), sus intereses y comportamientos repetitivos tienden a ser más funcionales, antes se les diagnosticaba como trastorno de Asperger.

El término TEA-AF solo indica que no sufren discapacidad intelectual, y normalmente es en el entorno escolar o en la adolescencia cuando se observa claramente sus dificultades.

Para identificar a un niño que sospechemos que tiene TEA debemos observar su comunicación social y sus intereses o conductas repetitivas:

  • Dentro del primer factor podemos encontrarnos con un leve contacto visual con las demás personas, además de una clara ausencia de sonrisa social. Tienen un bajo acercamiento social y problemas para comunicarse asertivamente, por lo que suelen fracasar en las interacciones sociales.
  • Tienen dificultad para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales, hacer amigos o simplemente sentir interés hacia otras personas.
  • Su comunicación tiende a ser deficiente puesto que la comunicación no verbal está casi ausente, no mantienen un contacto visual, su lenguaje corporal no es el adecuado y no comprenden los gestos.
  • En algunos casos esta comunicación verbal no existe y puede ser que la expresión facial del pequeño se torne limitada.
  • En cuanto al segundo factor, son característicos los movimientos repetitivos, las ecolalias, el orden de los juguetes colocándolos en fila o su cambio de sitio.
  • Tienen rigidez frente a los cambios, ciertos patrones de pensamiento obsesivo como recorrer los mismos caminos para llegar a los sitios (a la escuela, por ejemplo).
  • También pueden tener un apego inusual por ciertos objetos o juguetes o intereses firmes y constantes, además es posible que sufran una hiper o hiporreactividad a estímulos sensoriales.

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5), ha cambiado los criterios que había para su clasificación, abreviándolo a dos dimensiones de síntomas, deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social y patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades:

A. Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por lo siguiente, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):

  1. Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
  2. Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
  3. Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.

B. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):

  1. Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (p. ej., estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia, frases idiosincrásicas).
  2. Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (p. ej., gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
  3. Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (p. ej., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
  4. Hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento).

C. Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida).

D. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento habitual.

E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro del autismo con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro del autismo y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.

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