El desarrollo infantil son los cambios biológicos y psicológicos que sufre un ser humano desde que nace hasta que finaliza su etapa adolescente. Si durante su desarrollo el niño se expone a factores de riesgo, es posible que afecte a varios aspectos de su vida. Estos factores son la pobreza, el estigma y la discriminación, la interacción entre el niño y sus padres o cuidadores, la institucionalización, la violencia, el abuso y el abandono, y el acceso limitado a programas y servicios.

¿Qué consecuencias tiene la pobreza en la primera infancia?

La pobreza es más que un problema en la sociedad en la que vivimos, las carencias que tienen los niños que viven en ella pueden repercutir en consecuencias de por vida, no solo en la edad temprana, afectando a su desarrollo físico, psicológico y educativo.

Los niños que viven en la pobreza suelen sufrir de “nutrición inadecuada, falta de saneamiento e higiene, exposición a infecciones y enfermedades, falta de acceso a la atención de la salud, vivienda inapropiada o falta de vivienda, atención inadecuada de los niños, exposición a la violencia, el abuso y el abandono, mayor tensión y depresión maternas, institucionalización y falta de estímulo”, según Unicef.

Además, los niños que se alimentan inadecuadamente, aumentan la probabilidad de sufrir de adultos enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, obesidad, anemia, descalcificación de los huesos y tener más propensión a las enfermedades respiratorias e infecciosas, según José Mª Moreno, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, según una entrevista en RTVE.

La pobreza puede, incluso, incrementar la posibilidad de tener discapacidad a causa de los diferentes factores que inciden sobre ella.

El estigma y la discriminación en niños con discapacidad son muy comunes, ya que la gente, en general, desconoce los motivos o no tiene la suficiente información acerca de esas discapacidades y optan por la exclusión, haciéndola patente con actitudes y comentarios negativos hacia el niño marginado.

El papel de las familias

Algunas familias, por vergüenza y miedo, suelen esconder o maltratar al niño con discapacidad por el simple hecho de que no está bien visto en su cultura, lo que conlleva a que finalmente estos niños acaben teniendo problemas de salud y una vida social muy limitada o nula, aumentando su probabilidad de sufrir abuso, violencia o abandono.

Tener una buena relación familiar es esencial para un adecuado desarrollo del niño, algunas familias no pueden asumir este papel cuando uno de sus hijos tiene alguna discapacidad y les supone una tensión continua que repercute tanto en el niño como en el resto de personas que conforman la unidad familiar.

Algunos niños con discapacidad requieren de multitud de apoyos a causa de su deficiencia, y para las familias este hecho se puede convertir en un problema económico, a la vez que se produce un aislamiento de los grupos que no aceptan la diversidad funcional.

Además la falta de apoyo económico sumado al insuficiente apoyo social puede deteriorar la salud física y mental de los progenitores, que cada vez se sienten más cansados por la situación, lo que puede conllevar a problemas familiares como el divorcio o hermanos aislados, entre otros.

No obstante, no en todas las familias ocurren estos conflictos, y los niños con discapacidad son valorados y queridos por sus familiares, protegiéndoles y animándoles a aprender y ser cada vez más independientes.

Para un buen desarrollo íntegro del niño, con discapacidad o sin ella, debe formar parte de una familia, sea biológica, adoptiva o de acogida, ya que el internamiento puede provocarle consecuencias físicas y psicológicas debido a una carente estimulación o falta de atención sanitaria, nutricional y emocional, aumentando la posibilidad de sufrir además, abandono, aislamiento social y abuso.

Otros aspectos que influyen

También suelen ser más vulnerables a ciertos abusos como el físico, sexual y psicológico, ya que al estar aislados socialmente cuentan con tal indefensión que les convierte en presas fáciles para ser víctimas de la violencia o de explotación, tanto en sus ámbitos familiares como fuera de estos, provocando retrasos en su desarrollo y problemas de conducta.

Las situaciones que se viven en las catástrofes humanitarias convierten al niño con discapacidad en un blanco fácil de marginación y abandono, pudiendo sufrir violencia o abusos.

En ocasiones los familiares están tan desolados por lo ocurrido que no prestan la debida atención a los niños, pudiendo afectarles negativamente a su salud y añadiendo deficiencias que anteriormente no padecían.

La falta de alimentos y asistencia médica son condiciones extras para que estos problemas se agraven.

Por último, el acceso a los servicios generales se hace vital tanto para el buen desarrollo de los niños con discapacidad, como para su bienestar y salud y su inclusión en la vida social.

A veces, estos tienen dificultades para tener una adecuada atención médica, como la carencia de vacunas o tratamientos para posibles enfermedades.

En el área de la educación tienen más probabilidades de no acudir a la escuela, y los que sí lo hacen son marginados, tanto por maestros como por sus compañeros.

Muchos de estos niños, para cubrir ciertas necesidades de desarrollo, necesitan tener otro tipo de enseñanza complementaria o servicios especializados, siendo insuficientes o demasiado costosos en muchos países.

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