Trastorno del Aprendizaje No Verbal (TANV)
El Trastorno del Aprendizaje No Verbal (TANV), también llamado TAP (siglas de Trastorno del Aprendizaje Procedimental), está relacionado con una alteración de las funciones que se encuentran en el hemisferio derecho, que es el encargado del procesamiento de la información visual, espacial y sonora, además, tiene la capacidad de percibir y expresar emociones, controlando los aspectos no verbales de la comunicación.
El hemisferio derecho es considerado el área creativa e imaginativa del cerebro, vinculándolo con el aprendizaje rápido e innovador, pudiendo acarrear problemas en el aprendizaje, torpeza social o desorientación del espacio en caso de que exista alguna disfunción en esta área del cerebro.
El TANV es un tipo específico de trastorno del aprendizaje, aunque no están definidos los criterios diagnósticos, ya que no aparece en las categorías diagnósticas CIE-10 o DSM-IV .o DSM-5.
El TANV es un síndrome que se caracteriza por los déficit primarios en la percepción táctil y visual, en las habilidades de coordinación psicomotora y en la destreza para tratar con material o con circunstancias nuevas. En consecuencia, aparecen problemas en el aprendizaje (memoria táctil y visual) y en funciones ejecutivas (formación de conceptos, resolución de problemas, razonamiento abstracto y velocidad de procesamiento de la información). Los efectos finales de estas circunstancias son las dificultades académicas y socioemocionales.
(Rigau-Ratera et al., 2004.)
Sin embargo, la función del hemisferio izquierdo no está afectada, por lo que su percepción, atención, memoria auditiva y sus habilidades motoras simples están intactas, y algunas de las habilidades académicas podrían ser notables o sobresalientes.
Una de las áreas que nos pueden preocupar serían los problemas sociales y emocionales que suelen tener los pequeños, ya que tienen dificultades procesando la información no verbal y espacial, y esto les lleva a errar las interpretaciones de las señales sociales que van vinculadas a la comunicación no verbal.
Los niños con este trastorno les cuesta comprender las expresiones faciales, los diferentes tonos de voz o los gestos que empleamos en una conversación, llevándoles, en muchos casos, al aislamiento social, y acabando a la larga en problemas psicopatológicos como la depresión, la ansiedad, fobias, dolores de cabeza, de estómago, etc.
Algunas de las características de estos niños durante el desarrollo son:
- Exceso de pasividad y poca exploración del medio.
- Poco interés en los estímulos externos, sea de forma verbal o no verbal.
- No les gusta participar en los juegos.
- Ligero retraso en el desarrollo de las habilidades motoras y en el inicio de la marcha.
- Escasa coordinación motora.
- Se caen frecuentemente.
- Dificultades en las tareas relacionadas con la vida diaria (comida, aseo, etc.)
- Poco interés en actividades como la construcción de bloques, puzles, etc.
- Retraso en las habilidades académicas como colorear, recortar, reconocimiento y copia de números y letras (matemáticas, lectura y escritura).
- Dificultades para confrontar situaciones nuevas.
- Dificultades visioperceptivas y de orientación espacial.
- Disfunciones sociocognitivas.
- Uso inadecuado de la pragmática verbal.
- Déficits en la cognición social.
La sensación frustrante y de fracaso suele estar patente en estos niños debido a las dificultades que viven diariamente en su vida académica y social, por lo que afectará de forma negativa a su autoestima; ayudarles a aceptar esas dificultades y ofrecerles herramientas para afrontarlas debe ser una prioridad para el docente, que con el apoyo de la familia y el resto del equipo educativo, logrará que se centren más en sus aspectos positivos y consigan avanzar pausadamente.