Estrategias para el aula con alumnado TDAH

Se realizarán algunas adaptaciones en el aula como prevención de posibles situaciones adversas como pueden ser la colocación de las mesas para reducir las distracciones, sentar al alumno en un sitio donde se le pueda tener controlado, alejado de las ventanas y la puerta o sentarle al lado de compañeros que puedan ayudarle en caso de que lo necesite.

En cuanto a las adaptaciones metodológicas que tiene que emplear el docente destacan, según la Fundación CADAH:

  • Intentar mantener una relación positiva con el niño.
  • Ayudarle y empatizar con él, elogiándole y animándole cuando lo necesite.
  • Hacerle partícipe en el aula preguntándole de vez en cuando para que continúe su atención, esto hará que se le pueda evaluar mejor y no solo a través del examen.
  • Consensuar las normas para que tenga un buen comportamiento dentro del aula, en este caso habrá que supervisarle con frecuencia.
  • Si la actividad que se le manda es demasiado larga, el docente deberá dividirla en tres o cuatro actividades para que pueda realizarla con más facilidad.
  • Si el niño se distrae se procederá al contacto físico, con rozarle el brazo o la espalda sería suficiente para que volviera su atención a la clase.
  • El docente deberá enseñarle a mantener el contacto visual, premiándole con palabras cada vez que lo consiga.
  • Las instrucciones que se le den deben ser cortas y entendibles, motivándole para que realice cada actividad propuesta.
  • Los deberes deberán ir por escrito, bien sea por el profesor o por él mismo.

Sería efectivo tener tutorías periódicas con el niño para comprobar su nivel de motivación y que pueda contarle al docente los posibles problemas que pudiera tener.

Para el niño con TDAH es muy difícil permanecer sentado durante tantas horas y necesita moverse constantemente, con lo cual el docente permitirá que cada cierto tiempo pueda levantarse de su silla para hacer algún encargo que le pida, por ejemplo coger algo que haya en el armario o llevarle una nota a otro docente, de esta manera el niño se sentirá aliviado por levantarse y a la vez conseguiremos un sentimiento de complacencia que alegrará al niño.

“Es fantástico que te hagan caso. Si no te hacen caso es que no te quieren. Si no consigo atención por buenas conductas, las obtendré por conductas malas. Es mejor que me castiguen y sentir que se ocupan de mí, que pasar desapercibido.”

Orjales, 1998

Errores frecuentes

El niño puede tener ciertas dificultades, según la Fundación CADAH, que interrumpen el aprendizaje de la lectura, como olvidar la forma de una palabra o que la copie de manera incorrecta; que lea rápidamente debido a su impulsividad o lentamente por su inatención; añada letras, sílabas o palabras a lo que está leyendo o las omita o sustituya por otras; problemas con grupos consonánticos como “tr”, “bl”, “pr”, “cl”, “br”; desconocer las ideas principales de un texto si no se muestran de manera clara; dificultad para comprender frases que no comienzan por el sujeto; al terminar de leer el texto olvidan fácilmente el principio; desmotivación ante la lectura por su constante dedicación y cansancio ante los fracasos.

En la escritura suelen tener problemas con el espacio, ya que tienden a juntar toda la información en un lado de la hoja, además su letra, a veces, es ininteligible y contiene errores gramaticales y añaden, quitan, sustituyen o repiten palabras, descuidando por completo los márgenes o los renglones.

En el cálculo entienden mal los enunciados por tener una lectura impulsiva o por su falta de atención y eso deriva en errores en las operaciones, no comprenden los diferentes conceptos de suma, resta, multiplicación o división, no realizan las cuentas mentalmente, comienzan las operaciones por la izquierda, confunden los signos, les cuesta aprenderse las tablas y van más despacio que los demás, lo que hace que se frustren.

Al igual les sucede con los problemas matemáticos, no diferencian los datos relevantes de los que no lo son, anotan los datos de forma desordenada o no los anotan, responden antes de haber comprendido el problema y no comprueban los resultados, además tienen serios problemas para abstraer los conceptos matemáticos cuando no forman parte de su vida cotidiana.

Estrategias para corregir esos errores

En la parte de la lectura es importante que el docente promueva actividades donde los compañeros que leen bien le puedan servir de modelo; facilitar una primera lectura del texto en silencio para posteriormente hacerlo en alto, agrandar las letras y la distancia entre palabras y líneas para una mejora lectora; leer en grupo el texto para que el niño pierda el miedo a hacerlo mal; subrayar las palabras que se prevea que puede pronunciar mal para que destaque y pueda disponer de más tiempo para leerla.

Isabel Orjales (1998) propone otra manera de mejorar la fluidez en la lectura que consiste en entrenar a diario durante unos 15 minutos esas palabras que el alumno considera complicadas para mejorar su decodificación de los grafemas y sus correspondientes fonemas. Al hacerlo en forma de juego se puede premiar al niño conforme vaya evolucionando. La autora insiste en la importancia de trabajarlo dentro del aula y en casa, con ayuda de los padres.

Para la escritura se pueden realizar actividades de caligrafía cada día para que practique; disminuir la cantidad de texto que se va a dictar; corregir las faltas que hagan alusión a las reglas de ortografía que se están estudiando y corregirlo en el mismo momento; crear un diccionario con las palabras que le suponen un problema para trabajarlas diariamente.

Para agilizar el cálculo mental se pueden hacer juegos en los que participe toda la clase, bien experimentales o digitales si se dispone de una PDA en el aula; utilizar tablas de sumar y restar para que no le suponga tanto esfuerzo; crear las operaciones a través de dibujos para que le resulten más divertidas; permitirle más tiempo a la hora de contestar preguntas para que pueda rectificar si se equivoca y usar dominós, parchís y demás juegos matemáticos para trabajar las diferentes operaciones.

En relación a la resolución de problemas el niño puede subrayar lo más importante del enunciado o representarlo en forma de dibujos si esto le facilita su comprensión; repetir las operaciones en voz alta cuando se haya equivocado para comprobar que sea él quien identifique dónde ha estado el error; evitar los enunciados demasiado largos para que no se confunda; o acceder a que pueda tener la tabla de multiplicar en su mesa.

¿Conoces o empleas en el aula alguna otra estrategia con tus alumnos? ¡Anímate y comparte tu experiencia!

Pautas para docentes con alumnos con TDAH

Antes de dar la voz de alarma a los padres y evitar equívocos en el diagnóstico, se deberá consultar al psicopedagogo del centro sobre las conductas del niño, posteriormente es aconsejable preguntar a los padres si esas conductas se repiten en casa.

Dificultades en el aprendizaje

Los síntomas producidos por el TDAH van a dificultar el aprendizaje del niño puesto que estos influyen en su atención y concentración (su cerebro estructura los contenidos de forma diferente).

Los problemas que pueden surgir van a influir en tareas como leer, escribir, comprender, deletrear, razonar, organizar, etc. y por lo tanto se ven perjudicados los procesos de aprendizaje como pueden ser los adquiridos por textos o por explicaciones (tanto orales como escritas) o la resolución de problemas matemáticos.

Hay, además, otros trastornos que se añaden a los ya mencionados como:

  • Negativa desafiante, es el trastorno más frecuente, el niño se muestra hostil y desafiante, hace lo contrario de lo que se le ordena.
  • Conducta, se suele dar en la adolescencia, por la existencia de tantos problemas, tanto en casa como en el colegio, saltándose todas las normas impuestas.
  • Ansiedad por separación, produce rechazo y alto fracaso escolar, miedo a separarse de sus padres a la hora de ir al colegio o al realizar cualquier actividad.
  • Ánimo, el niño se muestra triste, deprimido, tiene ideas de culpa, hay momentos en el que se sentirá inútil y hasta puede llegar a perder el apetito.

Consideraciones generales a tener en cuenta

Los docentes son una pieza clave para dirigir el comportamiento del alumno con TDAH, así como para disminuir los efectos de sus conductas y así poder mejorar su aprendizaje, su habilidad y autoestima. Según la farmacéutica Lilly, que ha investigado sobre este trastorno, hay algunas medidas sencillas pero efectivas para los profesores que tienen niños con TDAH en el aula.

  • El profesor debe ser tolerante, paciente y autoritario.
  • En el caso de tener que hablar con ellos de algún problema, se hará en privado.
  • Valorar el nivel que tiene, identificando así sus habilidades y debilidades.
  • En el aula debe haber un número reducido de alumnos y el ambiente de trabajo deberá ser lo más positivo posible.
  • Las normas deben ser claras y concretas para que el niño pueda entenderlo fácilmente.
  • El alumno deberá colocarse en la 1ª fila, así será más complicado que se distraiga, es aconsejable sentarle entre alumnos tranquilos.
  • Se debe tener en cuenta el evitar puertas y ventanas cerca de él porque puede distraerse.
  • En su mesa no debe haber más material que el necesario en cada momento, acostumbrándole a que lo que no es necesario no tiene por qué estar visible.
  • Las órdenes e instrucciones deben ser cortas y directas, sin que quede ninguna duda de qué se le pide; cuando se tenga que reforzar una conducta del niño siempre se hará refuerzo positivo.
  • Los exámenes, pruebas o trabajos, si es posible, se harán de forma oral, las preguntas deben ser breves y en los escritos habrá dos preguntas por cada cara del folio, además se colocará al lado del profesor y si este se altera, se realizará la prueba en dos sesiones o se alargará el tiempo estipulado.
  • No se deberá bajar el nivel de exigencia, sino implantar técnicas de modificación conductual y de intervención en el aula para adaptar sus necesidades a la clase.
  • Se utilizará el “tiempo fuera” en caso de mal comportamiento, consiste en que se aleje al final de la clase o fuera de ella durante un tiempo determinado.

Todas estas medidas irán acompañadas de una explicación correcta al resto de los alumnos del aula con el fin de que conozcan el porqué del comportamiento de su compañero.

Por otro lado, la comunicación entre las personas que están en contacto con el niño, en este caso entre los padres y el docente, se hace esencial para lograr un mejor rendimiento escolar en el alumno, bien sea a través de agendas, emails o mensajes de texto, etc. Establecer unas rutinas que pueda llevar a cabo le hará más independiente, enseñarle estrategias de estudio, reforzarle en las asignaturas que le cuestan más, etc. tanto desde la escuela como desde casa, sin olvidar el ejercicio físico, el niño debe tener una actividad física activa con sus descansos correspondientes.

Sería conveniente realizar tutorías periódicas para informar a los padres de todos los avances que se logren con el niño, su conducta, su estado emocional e incluso la relación que tiene con sus iguales o profesores.

Intervención con alumnos con TDAH

Es necesario saber que en la etapa infantil de 0 a 6 años los niños son muy inquietos, tienen atención selectiva y no son capaces de centrarse en un aspecto durante mucho tiempo, se encuentran en pleno desarrollo, es por eso por lo que se diagnostica a partir de los 7 años. Si se detecta en el aula de infantil un niño con TDAH, lo que se va a intentar es modificar, controlar y hacer desaparecer la conducta.

Intervenciones más frecuentes

“El enfoque terapéutico cognitivo-conductual ha demostrado ser la herramienta más eficaz que disponemos para reducir los comportamientos perturbadores de los niños con TDAH y aumentar los comportamientos autocontrolados”.

Soutullo y Díez, 2007

Para utilizarlo, hay que hacer partícipe a las personas encargadas de la educación del niño.

Aspectos que se trabajan con estas técnicas:

  • Desarrollo y orientación personal.
  • Resolución de conflictos.
  • Entrenamiento en auto-instrucciones.
  • Organización y planificación de la conducta en función de objetivos y metas.
  • Autorregulación emocional.
  • Entrenamiento en habilidades y estrategias internas.

Programas cognitivos-conductuales

Entrenamiento en solución de problemas

Se basa en adquirir el autocontrol a través del pensamiento secuencial apoyándose en actividades sencillas, sociales e interpersonales. Su entrenamiento se desarrolla en cuatro fases (Urueta, 2003):

  • Fase 1: Reconocimiento del problema. Se les enseña a los niños a entender cuáles son las señales que hacen aparecer un problema.
  • Fase 2: Análisis del problema. Los niños deben explicar los orígenes del problema a través del análisis y el diálogo.
  • Fase 3: Formular soluciones alternativas y valorar sus consecuencias. Los niños elaborarán diversas soluciones para seleccionar la mejor.
  • Fase 4: Pensamiento Medios Fines. Se les ayuda a expresar sus propios sentimientos, a empatizar con los demás y respetarlos, a colaborar con sus semejantes y los adultos, etc.

Entrenamiento autoinstruccional

Con esta técnica se fomenta el uso del lenguaje en la autorregulación del comportamiento para solucionar los problemas. El niño realiza actividades sencillas para que se habitúe a pensar en lo que dice. Poco a poco se va aumentando su aplicación a diversas situaciones: personales, sociales, etc. Esta técnica es muy útil para cambiar la conducta del niño mediante sus propias sugerencias, guiando así, su propia conducta.

Entrenamiento de inoculación de estrés

Esta técnica ayuda a los niños a manejar situaciones que les provoca estrés para que puedan autocontrolarse, de esta manera podrán relajarse y usar estrategias adaptativas para su vida diaria.

Modelado participativo

Esta técnica se basa en el aprendizaje observacional y el profesor ejerce de estímulo provocando así conductas o pensamientos en los niños, sirviendo tanto para adquirir conductas o habilidades como para inhibir o desinhibir conductas determinadas.

Utilización de contingencias

Con esta técnica se controlan los factores ambiente partícipes en las alteraciones del trastorno, favoreciendo los procedimientos cognoscitivos que provocan las conductas y estrategias alternativas.

Costo de respuesta

El niño pierde un privilegio a causa de una conducta inadecuada, se le quita en el mismo momento de realizarla para así conseguir que reduzca ese comportamiento. Esta técnica es muy eficaz como retroalimentación negativa para los niños que muestran este tipo de trastornos.

Economía de fichas

Es utilizada para fomentar la conducta esperada por el docente a través de los reforzamientos.

Krasner (1971, citado en Trull 2003) señala tres razones para el uso de este procedimiento:

“a) debe haber una especificación clara y cuidadosa de los comportamientos deseables que se reforzarán;

b) debe establecerse un reforzador definido con claridad (por ejemplo fichas de plástico, tarjetas o monedas);

y c) se fijan reforzadores de respaldo. Estos pueden ser privilegios especiales u otras cosas deseadas por el paciente”.

Retroalimentación

Es un reforzador condicionado que hace referencia al conocimiento de los resultados de la propia ejecución y no siempre incluye eventos adicionales que pudieran ser reforzantes por mérito propio”. (Kazdin, 2000)

Reforzadores sociales

Se aplican fácilmente en la vida diaria del niño y en un sinfín de situaciones, se incluyen las caricias, el afecto, las palabras amables y de aprobación, las sonrisas, etc. Este refuerzo debe obtenerlo el niño con su buen comportamiento.

Reforzador positivo

Gracias a esta técnica, en el niño aumentan las conductas deseadas por el docente. Al niño se le ofrece un refuerzo positivo si su comportamiento es el adecuado.

Técnica de la Tortuga

Esta técnica se usa con todo el grupo y se cuenta la historia de una tortuga, la cual tiene una conducta similar al niño con TDAH. Es muy útil, ya que se hace partícipe a toda la clase para poder ayudar al niño en cuestión.

Es necesario ser constante y no decaer. Según Barkley, antes de decidir que un programa de modificación de conducta no funciona debe ponerse a prueba, al menos, durante dos semanas.

Barkley, 2001

Cuento de la tortuga


En una época muy remota vivía una tortuga joven y elegante. Tenía (x) años de edad y justo entonces acababa de empezar (X) curso. Se llamaba Tortuguita.
A Tortuguita no le gustaba ir al colegio. Prefería estar en casa con su madre y su hermanito. No quería estudiar ni aprender nada de nada; sólo le gustaba correr y jugar con sus amigos o pasar las horas muertas viendo la televisión. Le parecía horrible tener que hacer cuentas y más cuentas; y aquellos horribles problemas de matemáticas que nunca entendía. Odiaba con toda el alma leer y lo hacía bastante mal y era incapaz de acordarse de apuntar los deberes que le mandaban. Tampoco se acordaba nunca de llevar los libros al colegio.
En clase, jamás escuchaba a la profesora y se pasaba el rato haciendo ruidos que volvían locos a todos. Cuando se aburría, y sucedía muy a menudo, interrumpía la clase chillando o diciendo tonterías que hacían reír a todos. En ocasiones, intentaba trabajar pero lo hacía rápido para terminar cuanto antes y se volvía loca de rabia cuando, al final, le decían que lo había hecho mal.
Cuando esto sucedía arrugaba las hojas o las rompía en mil pedazos. Así transcurrían los días.
Cada mañana, camino del colegio, se decía a sí misma que iba a esforzarse todo lo posible para que no la castigasen en todo el día. Pero, al final, siempre acababa metida en algún lío. Casi siempre se enfurecía con alguien y se peleaba constantemente, aunque sólo fuera porque creía que el que le había empujado en la cola lo había hecho a propósito. Se encontraba siempre metida en dificultades y empezó a estar harta del colegio. Además, una idea empezó a rondarle por la cabeza; «soy una tortuga muy mala», se decía. Estuvo pensando esto mucho tiempo sintiéndose mal, muy mal.
Un día, cuando se sentía más triste y desanimada que nunca, se encontró con la tortuga más grande y más vieja de la ciudad. Era una tortuga sabia, tenía por lo menos 100 años y su tamaño era enorme. La tortuga sabia se acercó a Tortuguita y le preguntó qué le ocurría. Tortuguita tardó en responder impresionada por semejante tamaño. Pero la vieja tortuga era tan bondadosa como grande y estaba deseosa de ayudarla. «¡Hola!», dijo con
voz inmensa y rugiente, «voy a contarte un Secreto. ¿No comprendes que llevas sobre ti la solución para los problemas que te agobian?»
Tortuguita no sabía de qué le estaba hablando. « ¡Tu caparazón, tu caparazón!», exclamó la tortuga sabia, « ¡para eso tienes una coraza! Puedes esconderte en su interior siempre que te des cuenta de que lo que estás haciendo o diciendo te da rabia. Entonces, cuando te encuentres dentro de tu concha dispondrás de un momento de tranquilidad para estudiar tu problema y buscar la mejor solución. Así que, ya lo sabes, la próxima vez que te irrites, métete inmediatamente en tu caparazón».
A Tortuguita le gustó la idea y estaba impaciente por probar su nuevo secreto en el colegio.
Llegó el día siguiente y, de nuevo, Tortuguita cometió un error que estropeó su hoja de papel blanco y reluciente, empezó a experimentar otra vez sentimientos de furia y rabia, y cuando estaba a punto de perder la paciencia y arrugar la hoja, se acordó de lo que le había dicho la vieja tortuga. Rápida como el rayo, encogió sus brazos, piernas y cabeza, apretándolas contra su cuerpo, deslizándose hacia el interior de su caparazón. Permaneció así hasta que tuvo tiempo de pensar qué era lo mejor que podía hacer para resolver su problema con la hoja. Fue estupendo para ella encontrarse allí tan tranquila y confortable dentro de su concha donde nadie podía molestarla.
Cuando por fin salió de su concha, se quedó sorprendida al ver que su profesora le miraba sonriente. Tortuguita explicó que se había puesto furiosa porque había cometido un error. La profesora le dijo que estaba orgullosa de ella porque había sabido controlarse. Luego, entre las dos, resolvieron el fallo de la hoja. Parecía increíble que con una goma y borrando con cuidado, la hoja pudiera volver a quedar limpia.
Tortuguita continuó aplicando su secreto mágico cada vez que tenía problemas, incluso en el recreo. Pronto, todos los niños que habían dejado de jugar con ella por su mal carácter, descubrieron que ya no se enfurruñaba cuando perdía en un juego ni pegaba a todo el mundo por cualquier motivo. Al final de curso, Tortuguita aprobó todo y jamás le faltaron amigos.